De guerreros sin miedo...

Corría la mañana del miercoles a eso de las 0630AM, mi aparato urinario me transmitia los impulsos electricos necesarios ordenándome una visita URGENTE al ñoba. Ultimamente me estoy acostumbrando a levantarme y calzarme las ojotas(chancletas), cuando atravieso el umbral de la puerta que separa la pieza dormitorio del comedor y estaba allí mi primer enemigo del día.

Lo vi, lo estudié, lo revisé sin compromiso de compra y le asesté un chancletazo, relativamente debil, ya que no quería sus restos mortales esparcidos por el suelo. El malvado insecto que estaba caparazón hacia arriba agitando las patas como pidiendo piedad, se cuelga de mi arma y la utiliza para darse la vuelta, quedando en pié, sin dudarlo y antes que emprendiera la retirada, asesté un segundo, pero efectivo y poderoso golpe mortal, esparciendo sus negros y nauseabundos restos por el piso del comedor. Asombrosamente, el cuerpo le quedó intacto con lo que procedí a barrerlo hacia el patio por debajo de la rendija de la puerta(hay unos 3cm).

En el patio hay unos 20 hormigueros distintos, los cuales seguramente darán cuenta del suculento banquete que la providencia(en este caso encarnada en mi) les ha brindado.
Finalizado este evento, enfundé mi arma, culminé mi obligaciones renales y me dirigí a dormir la mona unos 10 minutos más antes de salir hacia el trabajo.
Cuando vuelvo a la cama, el insecto mas desagradable del planeta estaba de vacaciones en mi pieza. Una araña de no más de 5 cm de envergadura, pero patas gruesas y peludas visitaba los rincones de la pieza como quien camina en la playa por la mañana.
Debo decir que detesto a las arañas, las cucarachas y a toda cosa que se mueva que no me supere los tobillos.
A lo que mi primer impulso fue desenvainar mi daga, y noté que realmente iba a ser poco, así crucé por encima de mi señora quien dormía ajena a toda circunstancia de guerra insectil, tomé un boris, y empecé la batalla:
El enemigo, al notar que iba a cambiar de arma por una más potente escapaba con carpa, y se topó con un par de zapatos que le impedían el paso, si se escapaba podría llegar hasta detrás del placard con lo que la batalla habría sido en vano, moví los zapatos para que el enemigo abandonara su guarida, y le asesté el primero de una serie atroz e impiadosa de golpes.
Obviamente estos golpes fueron con los ojos cerrados por lo que solo le acerté uno de ellos y de refilón mientras intentaba escapar abajo de la cama, desde allí, consciente de que no le podría dar el golpe definitivo, le pegué con el botín para sacarla de abajo de la cama, de costadito, y con la rapidez y la certeza de un mono tití, le aplasté el botín encima.
Como no quería enchastrar el piso con sus liquidos ya inertes, le puse un toquecito más encima con el botin solo para asegurarme que había muerto.
Y la dejé ahí como trofeo de una pesquisa no del todo agradable.
Por la noche, al regresar del laburo, pude apreciar como mis fórmicos amigos agradecían el banquete de periplaneta, fui hasta el lugar de la batalla y vi el cadaver. Con la escoba y con mucho cuidado la barrí desde la pieza hasta el patio donde fuera entregada con moño a mis fórmicos y hambrientos vecinos. Curiosamente en el angulo donde alojé el cadaver de este enemigo, se llenó de un líquido viscoso casi colorado, ahora deberé baldear toda la casa.

Toda una hazaña digna de quien intenta guardar trofeos de sus logros en vida, cuando le conté a mi señora, esta emitió tantas carcajadas que una vez terminado me dijo:
Mi Sra. - Lo contaste como si fuera una guerra samurai, JAJAJA.
Yo. - :P

Que va a ser, pero OJO al piojo, si me llegaba a encontrar esta bestia en la pieza, llamaba al 911.